domingo, 29 de mayo de 2011

viernes, 6 de mayo de 2011

Mitternacht

I

Siento bullir la conciencia,
esta noche es la esperada.
Acaricia la bruma gélida
el pálido rostro de nieve,
mientras la mano del viento,
repta hasta mi ventana.

Pasea entre las calles,
una mujer singular;
que las vidrieras empaña
y llena de lágrimas la cal.
Cuida tu aliento.

Engulle mis sueños las fauces de la pesadilla,
que sobre mi pecho presiona,
intentando llevarse mi vida.
Pero la dejó presa el viento,
que por la ventana la alcanzó.

Vi tocar en el cristal
pequeñas culebras de plata,
que reptando hacia el suelo
las había dejado la noche.

Se escondió la bruma en el bosque,
aterrada por un llanto,
que sin cesar resbalaba,
por la piel de guijarros.

Me acerqué hasta la ventana,
enturbiada por el frío,
y por culpa de la curiosidad,
dejé paso a la noche...

Un farol titilaba,
¡unas lágrimas de rabia!
un aullido en el bosque,
¡una canción ahogada!

II

Luchando toda la vida,
dejé escapar mis sueños,
y aunque no me quede el alma,
quizás me quede amar.

¡No podrá conmigo el llanto!
¡No podrá conmigo el dolor!
¡No podrá conmigo el miedo!
¡El miedo lo soy yo!

Para mí no hay día ni noche,
ni existe la gratitud,
para mí el tiempo no pasa,
¡Todo es una ilusión!

Exiliado a estos rincones,
el bosque es mi quietud;
no tengo mano que me acaricie
y las sombras son mi canción.

Quisiera poder tocarte,
quisiera poder estar vivo
para entender la pasión...
Aunque he caído en el olvido,
tuyo es mi corazón.

Si acaso allí estuvieras,
¡escúchame porfavor!
no existe sufrimiento más grave,
que no poder sentir amor.

¡Si en tu ventana esta noche,
 a la soledad llora la lluvia!
¡Si desapareció la luna,
porque de la mano se la llevó la niebla!
Si esta noche allí estás en tu ventana...
descuida,
que iré a  apagar tus lágrimas.

III

Arreció enfurecida la lluvia,
temerosa la luz huyó;
Saldré esta noche a tu encuentro
¡Tuya es esta canción!

Y la luna permaneció cautiva
entre unas lenguas de plomo,
mientras la lluvia corría
por callejones sin fondo.
Chocaron los pies descalzos,
con la piel desnuda el agua,
mientras a la cautiva cantabas,
una canción ahogada.

¡Esta noche cabalgaré en el tiempo,
 agarraré tus lágrimas entre mis dedos
y las fundiré en un beso!
¡Hoy!
arrasaré con fuego
allí donde more la luna,
para hacer de ti la reina de la noche.

Ahora...
que los ciegos duermen
y nuestro corazón palpita...
Ahora...
que nadie impide soñar a los vivos
y que ninguna fuerza viola nuestro deseo...
¡Fundamos nuestra pasión!

A la linde del bosque,
dejó de rogar el cielo;
a la par que la inocencia,
arrimaba su ser al miedo.

Entre unas crines de fuego,
noble mirada de acero;
y como traído por el viento,
se apareció un caballero.

Sedujo una mirada sus cabellos,
palpó una mano su rostro...
¡Fundió barreras el fuego,
atravesó montañas el hielo!

Jamás volverá el dolor,
a castigar nuestros cuerpos...
jamás volverá la canción,
a ahogarse entre lamentos.